La leyenda de la casa de los espejos cuenta una tétrica historia de amor, dolor y muerte. Existía en una casa
ubicada en Cádiz, España, una niña que amaba mucho a su padre, este era viajante y siempre le traía a la niña de recuerdo de sus viajes un espejo nuevo. La niña amaba los espejos y siempre esperaba ansiosa la llegada de su amado padre y el nuevo espejo para colgar en su habitación, ésta estaba totalmente repleta de espejos de diversas procedencias, de distintas formas y de todos los tamaños. La relación del padre y la hija era perfecta, pero había alguien a quien no le gustaba para nada esta relación, a la madre de la niña, puesto que sentía que el padre le quitaba atención a ella para dárselo a la pequeña, entonces moría de envidia en cada nueva llegada. Un día tomó la determinación de arreglar este problema, le llevo a la niña la comida a su habitación y solo con los espejos como testigos le metió unas gotas de veneno dentro. La niña murió al tiempo, cuando el padre regresó del viaje su mujer le dijo que su hija había muerto por una terrible enfermedad. Pero en ese momento los espejos le contaron la verdad, vio como la madre envenenaba la comida. Totalmente furioso obligó a la mujer a decir la verdad, ésta confesó y fue llevada a la cárcel, donde al poco tiempo murió. El padre se fue para siempre, abandonando la casa y dejándola deshabitada. Cuentan que hasta el día de hoy si uno entra a la casa, se pueden ver los espejos todavía colgados y a veces aparece en ellos a una dulce niña que llora.