La momia con los ojos abiertos. En los tiempos cuando los frailes cumplían con sus verdadera
vocación de ministerio, hubo un fraile que vestía de sayal y humilde calzado, además de seguir las mandas de austeridad y de verdadero sacrificio; cuentan que este cura, era amado por dar caridad a los más necesitado y por fortalecer las mentes débiles; cuenta la leyenda que en una ocasión tropezó con un fanfarrón el cual le dijo que apostaba cualquier cosa a que el padre no se tomaría alguna copa con él; el fraile solo decidió ignorarlo y seguir su camino. Cuando el joven fanfarrón que en esa ocasión iba un poco ebrio, miro hacia el suelo pudo notar que el fraile caminaba a cierta distancia del suelo, el joven creyó que aquello que habían visto sus ojos era ocasionado por la bebida. A los pocos días el fanfarrón, junto con otros trabajadores de la mina, sufrieron un accidente laboral, ya en lo que él creía que era su fin, bajo el delirio y el dolor de las heridas, invocaba al padre de aquella ocasión, el padre llego a su llamado, cuando el joven fanfarrón lo vio, inmediata mente se disculpó por lo que sucedió aquel día, cuentan los que lo vieron que antes de morir dio un pequeño suspiro y sus ojos de abrieron de manera terrorífica, permaneciendo desorbitados y mirando fijamente al sacerdote, cuentan los cuidadores del panteón que la momia de aquel joven que la expresión en su cara sigue siendo la misma, y a pesar de que le cerraron los ojos al momento de su muerte, hasta la fecha sigue con los ojos bien abiertos.