Fue la leyenda para el sacristán de una parroquia, él robaba de las limosnas y luego también tomaba el vino de
las ceremonias, entonces una tarde al irse a pedir perdón por sus pecados escuchó una misa misteriosa, había unos curas como si se tratara de un féretro con capucha, entonces él se acercó para ver quien era la persona fallecida, todo le daba mucho miedo y en el cajón estaba él mismo, se escuchaban gritos y había olor a podrido que venía de los curas, ya que eran calaveras que venían por él, entonces se despertó de inmediato y pidió perdón por sus pecados, nunca más hizo cosa mala en sus días.