Leyenda mongol de la música. Existe una antigua y bella leyenda mongol de la música, en ella se cuenta un relato que tiene como protagonista nada menos que al gran emperador Akhbar, todo comienza en su corte,
cuando su músico Tansen el célebre estaba realizando los preparativos para deleitar al monarca con uno de sus grandiosos espectáculos artísticos, en ello estaba abocado cuando de pronto Akhbar realizó una pregunta inesperada, le consulto al honorable músico sobre una cuestión para el desconocida, entonces le pregunto a Tansen sobre quién le había enseñado a realizar una música tan hermosa, a lo que el compositor respondió “Mi señor, mi maestro es un gran músico, aunque más que eso, debo llamarlo Música”. El emperador quedó realmente sorprendido con esta respuesta, inmediatamente quiso indagar más y pregunto al músico si podría conocer a su maestro, a lo que el buen músico respondió que esto sería posible en ciertas circunstancias, por ejemplo su maestro nunca aceptaría ser llamado a la corte, tampoco aceptaría tocar para el rey como una orden pues su orgullo era realmente muy grande. Entonces el rey le sugirió que podría ir como su criado con tal de conocer a tal ilustre maestro, Tansen lo consideró por un momento y concluyó en que esta sería una buena manera de hacerlo.
Al poco tiempo ambos se dispusieron a viajar y subir al Himalaya donde el maestro vivía en paz en medio de una caverna. Al llegar Tansen estaba montado en un burro y el emperador venia a pie, al ver esto el maestro consideró que la humillación que hacia el monarca era suficiente reverencia para permitirle ver su canto, entonces comenzó a entonar un canto glorioso que retumbo en toda la caverna, la naturaleza parecía acompañarlo y ambos visitantes se quedaron en trance mientras oían, luego de salir del trance se dieron cuenta que el maestro ya no estaba, entonces volvieron al castillo.
Una vez en palacio el emperador le pidió a Tansen que le contara donde estaba el maestro, por lo que el músico le contó que éste nunca volvía al mismo lugar y siempre había que encontrarlo en un nuevo sitio, entonces el monarca se entristeció y le pidió al músico que volviera a interpretar la misma canción que había entonado el maestro. Tansen comenzó a cantar y el emperador escuchó con atención, cuando hubo terminado Akhbar le dijo a Tansen que no era lo mismo, entonces Tansen le dijo que jamás sería lo mismo, puesto que el cantaba para el emperador, mientras que el sabio maestro cantaba para Dios.